El desafío consistió en comprender la nueva línea de Graiman y, en un espacio reducido de exhibición, resaltar el potencial de sus texturas.
La propuesta se centró en simplificar al máximo el diseño del entorno, permitiendo que el porcelanato asumiera un papel protagónico. La riqueza y detalle de estas texturas fueron suficientes para crear una experiencia espacial única y agradable.